sábado, 9 de junio de 2012

Te podría decir como dueles pero aún así te sigo esperando




Y quizá en otra vida él hubiera sido mi segunda mitad, como el ying y el yang, como una naranja partida por la mitad, como los dos lados de un corazón, o simplemente como la parte que me complementa. Quizá en otra vida él y yo hubiéramos sidos dos pequeñas criaturas buscando comernos a cada segundo, buscando crear miles y miles de mapas de cada centímetro desnudo, buscando etiquetar todas y cada una de las sonrisas que serían solo nuestras. Dos pequeñas criaturas perdidas en un paraíso alejado del mundo, en un paraíso en el que tú hubieras sido mi paraíso. Y quizá, en otro mundo paralelo seamos dos pequeñas criaturas buscando perdernos en este pequeño mundo de locos, donde solo seríamos dos locos más queriendo crecer un poquito, queriendo crear recuerdos sin fecha de caducidad. En otra vida él hubiera sido mi gran amor de juventud, de adolescencia, de niñez, un amor loco y desenfrenado que me hubiera hecho ser aún más niña, que me hubiera hecho perder hasta la última milésima de cordura. Un amor maduro que hubiera crecido con nosotros, creciendo con miles de fotos a la espalda, con miles de horas que enmarcar para poder recordar que superamos todos los obstáculos que nos puso el camino. Y en esa otra vida hubieras sido tú el pilar de mi vida, y yo el pilar de la tuya, porque nos hubiéramos querido como dos locos sin remedio.


¿Y ahora? ¿Que queda por descubrir en otras vidas? Quizá la nada de su silencio. Ese silencio cargado de "vuelve". Ese silencio instalado en la memoria. Frío, cínico, malvado.
Ah, es terrible. Solo queda resistir. Resistir a la inmensa tentación de hacer realidad esa realidad.

Pero esta, esta es la historia de un desastre, de una pérdida, de una conquista y de una ruptura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario