jueves, 21 de marzo de 2013

Hablo de vivir el presente en tu cuerpo.



Me hice experta en labios prohibidos, en bocas que siempre decían un quizá que nunca llegaba. En lenguas muertas de sed buscando ser saciadas. En monstruos bajo la pasión encendida de cualquier habitación.
Busqué por cada rincón unos labios que susurraran quédate mientras me apoyaba en el borde de la cama.
Me hice fuerte en las trincheras de camas equivocadas, apuntando el desamor en el cuaderno de la memoria, borrando las noches oscuras que se pegaban a mi piel. Creyendo que cada amanecer sería diferente. Esquivando la rutina.
Pero llegó, y se quedo conmigo. La rutina de convertir cada herida en recuerdo, de combatir la soledad con besos frágiles.
Siempre fui más de dormir para olvidar y de vivir para soñar. Me encantaba ir a contracorriente, creer que cada paso contaba, perdiendo el rumbo cada día un poquito más.
Me ponía los zapatos en la esquina de tu vida, mientras mirabas como recogía los pedazos de mi fe, sin decir nada, y así volvía a salir de la vida a hurtadillas. Sin decir que me iba, desapareciendo de repente. Huyendo de mí cada anochecer. Salí corriendo, huyendo de la vida que se agarraba a mis costillas y latía tras los cardenales. Huyendo de la búsqueda incesante de historias que recordar.
Siempre preferí no conformarme. Querer a medio gas, mantenerme tras el escudo de las palabras. Aquellas palabras que me asfixiaban cuando quería gritarte que te quedaras.
Quedarme sin aliento cuando te veo venir hacia mí. Volar sobre la soledad cuando respiras en mi nuca.
Y entonces sueño que me dices que quieres que te quiera hasta quedarme sin aliento. Que lo quieres todo, aquí y ahora. Me despierto sin ti pensando si algún día harás mis sueños realidad. Si estás hecho de sueños al igual que lo estoy yo.
Vivir en el mundo genial de las cosas que podían pasar y de las que no pasaron. De las que soñé y odié. De las que temí y amé.
En el mundo genial de la imaginación sin límites. De anocheceres naranjas y amaneceres rojos.
Recordar cada paseo que me conducía hasta tu vida, queriendo pedirte que me abrieras la puerta, dejando mi corazón bajo el felpudo. Perdiendo gotas de sangre de aquel cigarro que no acababa nunca. Escondiéndome de la felicidad que tu sonrisa me regalaba.
Y dime si existe ese "nosotros" que se había instalado en mi cabeza. Hecho de miedo y heridas. De locura y besos. De ti y de mí. Ese nosotros que no se callaba y me acompañaba por el camino boscoso que lleva hasta tu boca.
Quizá el tiempo presente nos queda pequeño.

4 comentarios:

  1. Wawww enserio me ha encantado muchisimo el texto sobretodo ya al principio en las primeras lineas 'Me hice experta en labios prohibidos, en bocas que siempre decían un quizá que nunca llegaba.' INCREIBLE. Me iré pasando más por el blog a ver tus entradas y si quieres podemos seguir contacto también a través de Twitter que no he visto el tuyo, el mío esta en mi blog avisame si quieres allí y nos seguimos! un besooo

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    1. @monicagarciaalb
      me alegra que te haya gustado. Un besazo bonita!

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  2. Me ha encantado esta entrada. Mucho caos revuelto entre palabras preciosas.
    Una guerra en otros campos de batalla, sin él.

    Es realmente bonita la magia que le pones a las palabras.

    Me quedo.

    Un saludo desde http://retales-de-mis-noches-de-insomnio.blogspot.com.es/

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  3. ¿Eres feliz?
    Si la respuesta es no, algo estás haciendo mal.

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