lunes, 28 de mayo de 2012

En un solo segundo.


Era veintinueve de febrero de otro año bisiesto. Los años bisiesto siempre producían en mí cierta inquietud, me solía plantear el porqué en febrero esa acumulación de horas o que harían todos aquellos que tuvieran la "suerte" de nacer en esas horas de sobra. Me solía preguntar si la gente cambiaba su rutina por esa concesión de horas o si simplemente, apenas lo notarían. Pero ese día, cuando me senté en esa silla azul marina algo vieja noté que realmente no quería aquella concesión de horas, que no quería un día más. En ese momento solo quise correr para adelantar el reloj y que ese día no estuviera allí, solo quise volver a meterme en la cama y olvidarme de que ese día realmente existía.
Supongo que cuando escuchamos ese leve tic-tac del reloj no le damos importancia a los segundos que se van acumulando en nuestras venas, en nuestros huesos o incluso en nuestras incipientes arrugas. Pero de repente, cuando ese reloj se para es cuando notamos que algo falla. Que curioso, ¿no? Solo cuando dejamos de oír el ruido es cuando nos damos cuenta, y es que estamos tan acostumbrados a ese tic-tac rutinario que casi ni le prestamos atención, casi no le hacemos caso cuando es él el que está marcando cada "segundo" de nuestra vida, cuando es él el que no puede pararse bajo ningún concepto, ni siquiera aunque nosotros nos paremos.
Aquel año bisiesto , de repente deje de notar el tic-tac, mi cabeza se alejaba de aquella sala, ya no estaba delante de ese hombre que me miraba extrañado intentando comprender mi estado, ya no. En ese momento estaba totalmente absorta en ese reloj parado que indicaba que todo puede caerse.



Pd: Frío, incesante, gélido, horrible. Únicamente resistir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario