domingo, 2 de junio de 2013

La poesía del lado izquierdo de la cama.


Y me preguntas qué es para mí la poesía mientras intento escribir de nuevo.
Escribir y escribir hasta vaciarme, aunque lo pierda todo.
Aunque me quede ciega de tanto frotar los ojos contra la realidad.

Escribir para decirte que solo intento resolver mis cicatrices del mejor modo;
pero que aún no he encontrado la forma de abrirte (ni de abrirme) el corazón.
Escribir para pedirte una vez más que me "cures",
o que te vayas sin dejar rastro de esta cama vacía que siempre huele a ti.

Es fácil,
poesía es pedirte quince minutos más de miradas,
para que el mundo se vuelva a parar en un instante,
o para bajarme de una vez por todas del tío vivo de las emociones.

Preguntarte si realmente hay que estar para las personas que no están para ti,
y responderme con los recuerdos atascados en la garganta.
Y es que, lo quieras o no, los recuerdos siempre van con nosotros;
vuelven de repente, sin pedir permiso,
para simplemente recordarme que siguen siendo recuerdos.

Pero todas las poesías hablan de algo,
de algo que nos resuelva todo con un simple nada.
de algo que nos llene o que quizá nos vacíe.
Porque a veces, se nos va la vida esperando algo que nunca llega.

De vez en cuando te imagino haciendo llevadera la rutina,
cambiando el nombre de las cicatrices,
dándole sentido al sinsentido.
Y entonces, te conviertes en la poesía más bonita del mundo.

Pero se me traban las palabras y me tiemblan las piernas,
se me esconden los sueños en el cajón de las pesadillas,
queriendo querer que te quedes.

No sé como decirte que cuando te acostumbras a sobrevivir,
vivir es el peor de los castigos.
Que cuando pierdes el control el orden se convierte en el deseo.

No sé como decirte que no sé donde voy,
porque no conozco la salida de tu cuerpo,
ni tengo otro sitio donde ir.

Y no sé si decirte "cúrame" o "salvame",
porque no sé cual de las dos necesito más;
si agarrar tu mano o colgarme de tu cuello,
y es que solo busco un sitio donde quedarme dormir.

Y es que a veces, tú también quieres olvidar,
al igual que yo.
Que no solo basta con hacer sino que también hace falta ser,
y ser contigo no es más fácil que ser sin ti.
Y que si no me encuentras es porque ni yo sé dónde estoy.
Y que quizá, y solo quizá,
ni tú quieres buscarme ni yo quiero que me encuentres.

Y lo vuelves a hacer,
vuelves a acercar la distancia entre tu piel y mi perdición,
entre tu espalda y el abismo de no tenerte,
entre tu sonrisa y mis cosquillas.

Pero reconocer que tú ya tenías esas cosquillas en el corazón,
y esa forma de decir "ven" que provocaba que lo dejara todo,
significaría seguir recortando la distancia,
entre ser y estar.

Reescribir el significado de poesía,
dejando el billete de la soledad en la caja de las pesadillas,
encontrando mi casa en el lado izquierdo de tu pecho.

Y entonces, tendría que reconocer que para mí la poesía es eso,
tus manos sobre mi piel, tu espalda contra la mía,
tus ganas sobre mis miedos.

Peor lo peor sería reconocer que te cuelas por la camiseta para adherirte a la piel,
acariciar el corazón;
y decirme una vez más aquello de "nunca me iré de esta cama".





1 comentario:

  1. El dolor se clava y tarda en desaparecer, al cabo de los siglos... casi no se nota!!!

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