Para,
espérame. Y él le hizo caso, se paró para que ella pudiera contarle o por lo menos mirarle
una última vez. Ahora, allí sentada mirándole no sabe que decir, está tan cerca
y a la vez tan lejos, su corazón está a millones de años luz de ella, sus ojos han perdido la ilusión y ahora es otra ella la que le hace feliz. Todo cambió el día que se despidieron, sin darse cuenta de que
sería para siempre.
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