domingo, 20 de noviembre de 2011

¿De verdad hay que seguir las normas?


¿Nunca habéis pensado que hay pequeñas normas escritas que rigen nuestras vidas?
Como que los buenos momentos se acaban, y los malos, por muy feo que parezcan, obviamente también acaban. Esto, puede que nos lleve a pensar que TODO tiene un final, igual que nuestra propia vida, que el día que se decida se acabará. Quién sabe cómo y cuándo, puede que mañana o dentro de cien años.
Un día también dejaremos de ser adolescentes, y Peter Pan dejará de llamar a nuestra ventana. Unos cambiarán las noches locas por noches de trabajo, otros por noches de pañales, biberones y lágrimas de un bebé llorón, y otros, en cambio, seguirán así hasta que su cuerpo en un grito desesperado les pida que paren.
Con el tiempo, nos vamos dando cuenta de que no podemos alargar los momentos en los que nos sentimos tan vivos que eso asusta, porque ningún momento dura siempre.
Con el tiempo, algunos preferirán pasar la noche viendo una película con el que piensan que es el amor de su vida a salir de cañas hasta las tantas. Quién sabe, puede incluso que los que decían que jamás se enamorarían lo hagan.
Con el tiempo, aprenderemos que los verdaderos problemas no son un examen, o que tu novio te deje de un día para otro, porque con el tiempo, nos daremos cuenta de que todo eso se acabará, se acabará hacer exámenes, y la meta de eso es el sueño que queremos cumplir, y que día a día vamos forjando.
Con el tiempo, nos daremos cuenta de que los que ahora son nuestros mayores enemigos, los que limitan nuestra libertad, los que nos imponen normas, lo hacen por nuestro bien, y eso nos ayuda a crear nuestra propia forma de ser, nuestra personalidad.
Con el tiempo, aprenderemos a que no merece la pena pelear, porque sólo sirve para hacernos daño a nosotros mismos. Controlaremos la rabia, y la ira, y sabremos donde guardarlas.
Con el tiempo, nos daremos cuenta de que un copazo quizá no sea la mejor solución a nuestros problemas, pero también sabremos que un café con nuestros amigos si puede solucionar muchas cosas.
Con el tiempo te darás cuenta que puedes echar de menos, a alguien por quién nunca apostarías para ti, porque sabes que sois diferentes, que no queréis lo mismo, y que eso quizá te duela. Pero también, con la experiencia te darás cuenta de que a los 16 años quizá merezca la pena arriesgar, porque aunque no ganes, esa decisión te ayudará a aprender de otro error. Echarle de menos hasta el punto de buscarle en cada rincón que pisas cuando vas andando sola. Pero todo eso, en realidad, no te sirve de nada, cuando ni siquiera sabes si eso te llevará a algún lado, o si también se acabará, quién sabe si será fugaz o te hará sentar la cabeza y te llevará a la felicidad.
Con el tiempo, te das cuenta de las personas que realmente están a tu lado, y que lo estarán cuando gritas en silencio, cuando tus ojos se llenan, cuando sonríes, cuando eres feliz, y cuando no. Las que lo dejarían todo con tal de hacerte sonreír.

¿Todo tiene un final, o quizá no?

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