domingo, 19 de febrero de 2012

Take me down.


Puedes ser Piolín, un lindo gatito o un niño gordo que intenta decirnos que su perro habla o que no sabe donde tiene que cavar; podemos ser Peter Pan y Campanilla en busca de ese ejército de niños perdidos que sólo desean encontrar y vivir siempre en Nunca Jamás, o lo que es mejor, en nuestro propio desierto, donde ni siquiera el Sol puede cegarnos. Podemos ser pequeños relojes, relojes con prisa, que nunca se dan cuenta que van a deshora, relojes que siempre van demasiado lento o demasiado rápidos,
dos relojes que cada vez que se ven se paran, se sincronizan para poner sus manecillas a cero y parar el contador, que comienza con la primera mirada y se para con el último beso al bajar del coche;
un contador que poco a poco se llena de momentos, instantes retenidos en la memoria, captados en la retina, como una vieja película, como un viejo principio que aún está a la vuelta de la esquina, a veces en blanco y negro intentando ser de otra época, absorbiéndolo todo, como un agujero donde no se ve el fin, pero este agujero es nuestra película, nuestra historia. Podemos ser autómatas manejados por un mundo controlador donde sólo gobierna la rutina, autómatas que sin embargo deciden romper las reglas escritas por algo que decía que no puedes luchar contra tus miedos, y lo más grave y sorprendente para los demás es que esos autómatas poco a poco consiguen superar sus miedos, juntos, mirando hacia delante, pensando en todo lo que pueden ser, todo lo que pueden ser al quitarse esa coraza de robots. Podemos ser tú y yo, y decir que no sabemos qué somos el uno para el otro o quienes somo en realidad, pero lo que si sabemos es que ese, es nuestro momento, este es el momento que corta la respiración, que te deja sin aliento, que te hace sonreír o volar; caer en picado, dudar, tener miedo. Podemos ser tú y yo, y decirte que sin ti, no soy yo.


Pd: Sé que somos uno y eso es lo que más confianza en nosotros me da.

No hay comentarios:

Publicar un comentario