domingo, 4 de marzo de 2012

Presente, atemporal, para llegar al futuro.



Llevábamos un par de semanas con cada uno de sus días, de sus horas, minutos y segundos, que poco a poco se habían convertido en una vida entera, una vida que dio comienzo aquel lunes frío, bueno, aquel lunes helado. Llevábamos encima los detalles del comienzo de una nueva etapa, los detalles de un nuevo libro, escrito sobre la piel, tatuado sobra cada espacio de nuestra mente y en cada centímetro de tu boca, un libro donde cada uno imponía sus leyes, sin remedio, sin pensar en las consecuencias, con un miedo terrible al fracaso que poco a poco nos convertía en marionetas de un destino incierto, un destino que ambos sabíamos que reside en nuestras manos y que solo nosotros decidimos como funciona.
Llevábamos semanas estresantes, disculpas delirantes y pequeños problemas convertidos en grandes bolas de basura que poco a poco se acumulaban en nuestra cabeza haciendo que las palabras nunca salieran de la boca en el momento indicado, haciendo que los besos fueran más temidos, cada vez más temidos por el miedo a "viciarse" el uno del otro, por el miedo a sentir demasiado, el miedo a que no hubiera vuelta atrás.
Llevábamos encima una larga lista de sueños por cumplir, una larga lista de cosas por hacer y de locuras por sacar de los sueños para hacerlas realidad, una larga lista de besos que inventar o de centímetros de suelo por explorar. Teníamos una larga lista de kilómetros por hacer, donde acabar carreteras fuera el máximo exponente de felicidad, donde mis piernas se entrecruzaban en aquel asiento, mientras te miraba fijamente, sin poder ver como llovía fuera o como se empañaban los cristales y subía la temperatura en aquel pequeño coche, y de repente tú girabas la cabeza para mirarme por un segundo que se hacía eterno, cada vez más eterno, más silencioso, más perfecto.
Llevábamos acumulados montones de mala suerte, complicaciones en el exterior que poco a poco afectaban a nuestro desierto personal, sin saber muy bien como hacer que solo fueran un pequeño factor sin importancia, como quitarle hierro a todos los asuntos que poco a poco se nos echaban encima sin nosotros buscarlo, ni quererlo; teníamos dentro la fórmula por la cual podían encajar todos los montones de mala suerte, y sabíamos como hacerlo, solo teníamos que apagar la luz y todo encajaría a la perfección.
Llevábamos miles de sonrisas, horas de conversaciones, dedos llenos de callos por culpa de teclear tan rápido; teníamos solo para nosotros un mundo nuevo, infinito.
Y de repente me di cuenta, me di cuenta de que somo fruto de algo no planeado, de algo que nos atraía como un imán y nos ponía en las situaciones más difíciles y surrealistas. Me di cuenta de que habían pasado más de un par de semanas desde que mi cabeza entro en conexión para crear este nuevo libro, porque ya no es solo un capítulo, y es que eres lo mejor que he escrito jamás, la mejor portada de un libro sin terminar, el mejor beso perdido en una noche, la mejor caricia que recorre mi cuello, y sobre todo, me di cuenta de que no podemos ser perfectos, de que estamos llenos de virtudes y defectos, y eso y la interrelación que se ha creado entre ellos es mejor aún que cualquier Big Ban, mejor que el vodka más caro o que la mejor marihuana holandesa cultivada en un invernadero, era aún mejor que vibrar en el concierto de mi grupo favorito, porque todo eso dura un instante, y desde aquel lunes helado él no ha salido de mi cabeza ni de mi realidad; porque me di cuenta de que ésta es una de esas historias en las que no se ve el final, por mucho que te pongas de puntillas y uses prismáticos, ésta es una de esas en las que cada día se escribe un capítulo nuevo, con nuevas piedras en las que tropezar y nuevas frases que dejar a medias; me di cuenta de que el sonido de su sonrisa era aún mejor que David Guetta y Michael Jackson juntos, y de que me proporcionaba más energía que cualquier Red Bull o cualquier complejo vitamínico;
me di cuenta de que a veces, hay que tomar decisiones, y ésta es la única decente que he tomado desde que tengo uso de razón.

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