domingo, 18 de noviembre de 2012

Un domingo más, ¿dónde estás?

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Supongo que la vida no es todo lo que esperaba de ella, ni yo todo lo que esperaba ella de mí. Que no soy quien ella quisó, que sigo sin saber engañarle.
Que difícil parece a veces no encontrar eso tan abstracto que algunos llaman "destino", esa marea a veces negra, a veces blanca que juega con tu vida. Que divertido es a veces desafiarle, echarle un pulso con muchas más posibilidades de perder.
Que difícil parece a veces vestir con una sonrisa y una máscara de tranquilidad, esa que es tan imposible llevar en ciertos momentos. Una ola de inseguridad disfrazada en un cuerpo fuerte que lucha diariamente consigo mismo.
Supongo que nunca conseguí la valentía necesaria para decirte que adoraba la nieve mientras tus ojos reflejaban todo el fuego de la mejor chimenea ardiendo.
Pero parece imposible dejar de temblar mientras veo como te vas, una vez más, y me quedo esperando un segundo más para comprobar que mi destino realmente es este.
Una vida de idas y venidas. De noches de hotel, camas frías, tormentas internas. De ni contigo ni sin ti. De colgarme en tu mirada para luego perderme en tu cintura. Colgando de tus ojos, suspirando por unos minutos más.
Esta vida que camina lento, haciendo que el reloj tenga más de veinticuatro horas al día, de sesenta minutos en una hora en la que solo pido un par de segundos más, eso sí, ralentizados.
Una vida llena de domingos.

  ¿Cuando aprenderé?

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